Covid, encierro y montañas de libros

Como no podía ser de otra manera, comenzamos parafraseando en el título uno de los grandes títulos del cine independiente, de hecho, podríamos decir que fue casi el origen de dicha etiqueta. Hablamos, cómo no, de Sex, lies, and videotapes, de Steven Soderbergh.

Dicho esto, que no tiene nada que ver con la entrada, hablaremos hoy de las lecturas de los jóvenes en tiempo de pandemia.

 Para comenzar, en un ejercicio de honestidad, debo confesar que no tengo mucha idea de lo que podían leer mis alumnos de bachillerato hace tres añitos, pero casi podría jurar que, salvo alguna honrosa excepción, sería entre poco y nada. Con todo, trataremos de elaborar un pequeño corpus basado en interpolaciones genéricas de lecturas juveniles, y en lo poco que pude conocer a la clase de primero de la ESO, cuya fidelidad en alguno de los comentarios y lecturas comentadas está dentro de toda duda, pero a falta de datos más fiables... confiaremos.

La mañana que a mi tutor le surgió un imprevisto y tuvo que marcharse de improviso porque su niño pequeño se puso enfermo, yo me quedé solo con los niños de primero de la ESO, como fue una situación excepcional quise perdonarles un poco, solo un  poco, la vida y no explicarles el modo subjuntivo, por lo que repasamos dos cositas rápidas y el resto nos dedicamos a leer algunos poemas del libro y a charlar sobre lecturas. De esas charlas se puede extraer que Tolkien sigue siendo un referente, quizá no tanto como años atrás, porque son lecturas largas, pero un alumno estaba leyendo El Hobbit, lectura que se ajusta a la perfección a su personalidad fantasiosa; luego me dijo que su película favorita era La vida de Brian, algo bastante curioso para un niño de 12 años.

Otro de los niños me dijo que estaba leyendo Macbeth, lo cual me dejó sorprendido y con mucha curiosidad por saber cómo había llegado hasta ahí, pues no es una lectura fácil. Tampoco sé si era algún tipo de adaptación.

Y hablando de adaptaciones, la que seguramente leerían, o deberían de haber leído, pues fue lectura obligatoria, es la adaptación de La Odisea, de la editorial Vicens Vives, Las Aventuras de Ulises, adaptada por Rosemary Sutcliff. En clase hemos hablado sobre las virtudes o defectos de este tipo de formatos, y bueno, aunque debo leer mucho más sobre el tema, considero que hay ciertos libros que sí que son aptos para leer adaptaciones, que sean de calidad, claro, pues les permiten acercarse a otros universos que de otro modo igual ni visitarían, como en la obra que nos ocupa, y es que muchas partes de La Odisea forman parte de un acervo cultural que es interesante conocer: los cíclopes, Ítaca, dioses vengativos, Penélope, brujas hechiceras, etc.

Recuerdo como una de las niñas, al final de clase, me habló de su decepción con un libro que le habían dicho que era romántico, de chico y chica, pero que al parecer el chico y la chica hacían cosas un poco más avanzadas para la edad de doce años, no diré sexo explícito, pero al parecer sí que habría momentos algo más subidos de tono y que a la niña no le terminaban de convencer, de hecho, recuerdo como en la charla de pronto me dice que le apareció la palabra 'masturbarse' y que no entendía el significado, por lo que se lo tuvo que preguntar a su padre. Otro de los alumnos, sin duda el más avanzado y que no solo conocía, sino que además frecuentaba,  esos ignotos lugares  llamados bibliotecas, donde solo unos pocos valientes se atreven a poner el pie, nos trajo un día tres libros, uno de poemas de Machado, otro que no recuerdo, y un tercero que era el clásico libro de la Enciclopedia Álvarez, el manual de escuela con el que muchos niños estudiaban en tiempos del régimen, o incluso antes, libros en los que todas las materias estaban incluidas. Desde luego que era una joya paleográfica.

Fuera de esta experiencia personal, podemos decir que Roal Dahl funciona bastante bien entre los más jóvenes, que Laura Gallego quizá no sea tan adecuada para primero de la ESO, pero en alguna etapa algo superior sí que funciona muy bien; o que La tejedora de la muerte es un clásico para todos los idiomas y edades comprendidas entre los 10 y los 12 años.

Portada tebeo Mortadelo y Filemón
En mi experiencia personal, en mis tiernos doce, Mortadelo y Filemón era todavía era una de mis lecturas canónicas, enormemente disfrutable, todo un derroche de imaginación y de humor absurdo que, con los años descubrí que no era tan absurdo y que escondía mucha sátira contra ese mundo perfecto de detectives implacables e infalibles que se veían en las películas de Hollywood; simplemente la T.I.A. ya nos ofrece mucha información. Un mundo detectivesco readaptado a la esencia de nuestra patria y mucho más real que las idealizaciones foráneas. Es una lástima que los jóvenes ya no las disfruten, considero que no han perdido frescura ni originalidad. 

Como no podía ser de otra manera, en clase siempre estaba el graciosillo que acuñaba que él sólo leía los carteles de los videojuegos, o los mensajes del Whatsapp.

Para concluir esta entrada, diremos que no es fácil fomentar la lectura cuando luego el libro seleccionado ni siquiera se lee; pero no nos pongamos pesimistas y sigamos pensando en todos aquellos niños a los que sí que podemos ofrecerles una inmersión lectora satisfactoria y placentera.

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