Covid, encierro y montañas de libros
Como no podía ser de otra manera, comenzamos parafraseando en el título uno de los grandes títulos del cine independiente, de hecho, podríamos decir que fue casi el origen de dicha etiqueta. Hablamos, cómo no, de Sex, lies, and videotapes, de Steven Soderbergh.
Dicho esto, que no tiene nada que ver con la entrada, hablaremos hoy de las lecturas de los jóvenes en tiempo de pandemia.
Para comenzar, en un ejercicio de honestidad, debo confesar que no tengo mucha idea de lo que podían leer mis alumnos de bachillerato hace tres añitos, pero casi podría jurar que, salvo alguna honrosa excepción, sería entre poco y nada. Con todo, trataremos de elaborar un pequeño corpus basado en interpolaciones genéricas de lecturas juveniles, y en lo poco que pude conocer a la clase de primero de la ESO, cuya fidelidad en alguno de los comentarios y lecturas comentadas está dentro de toda duda, pero a falta de datos más fiables... confiaremos.
Recuerdo como una de las niñas, al final de clase, me habló de su decepción con un libro que le habían dicho que era romántico, de chico y chica, pero que al parecer el chico y la chica hacían cosas un poco más avanzadas para la edad de doce años, no diré sexo explícito, pero al parecer sí que habría momentos algo más subidos de tono y que a la niña no le terminaban de convencer, de hecho, recuerdo como en la charla de pronto me dice que le apareció la palabra 'masturbarse' y que no entendía el significado, por lo que se lo tuvo que preguntar a su padre. Otro de los alumnos, sin duda el más avanzado y que no solo conocía, sino que además frecuentaba, esos ignotos lugares llamados bibliotecas, donde solo unos pocos valientes se atreven a poner el pie, nos trajo un día tres libros, uno de poemas de Machado, otro que no recuerdo, y un tercero que era el clásico libro de la Enciclopedia Álvarez, el manual de escuela con el que muchos niños estudiaban en tiempos del régimen, o incluso antes, libros en los que todas las materias estaban incluidas. Desde luego que era una joya paleográfica.
Fuera de esta experiencia personal, podemos decir que Roal Dahl funciona bastante bien entre los más jóvenes, que Laura Gallego quizá no sea tan adecuada para primero de la ESO, pero en alguna etapa algo superior sí que funciona muy bien; o que La tejedora de la muerte es un clásico para todos los idiomas y edades comprendidas entre los 10 y los 12 años.
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| Portada tebeo Mortadelo y Filemón |
Como no podía ser de otra manera, en clase siempre estaba el graciosillo que acuñaba que él sólo leía los carteles de los videojuegos, o los mensajes del Whatsapp.
Para concluir esta entrada, diremos que no es fácil fomentar la lectura cuando luego el libro seleccionado ni siquiera se lee; pero no nos pongamos pesimistas y sigamos pensando en todos aquellos niños a los que sí que podemos ofrecerles una inmersión lectora satisfactoria y placentera.


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